23 fevereiro 2010

Imaginación Activa y Magia.


Desde los primordios de nuestra existencia la imaginación es una de las facultades más presentes en la especie humana. Imaginar es más que natural, es real. Imaginar enriquece el alma y nos conecta con el cosmos, con el mundo del más allá. Y desde los principios, los que estaban en relación con el Anima Mundi, empezaron a desarrollar esta capacidad de Imaginar. Los alquimistas y magos fueron los primeros.
En su Lexicon Alchemiae, Martin Ruland nos ayuda a comprender lo que el alquimista entendía por imaginatio:

“La imaginación es el astro en el hombre, el cuerpo celeste o supraceleste. La facultad imaginativa del alma”.

Tal como entendían los alquimistas, la imaginatio es efectivamente una llave que abre las puertas de los secretos del opus. El lugar o el medio de tal realización (obra) no es ni la materia ni el espíritu, sino ese reino intermedio de sutil realidad, que puede ser expresado suficientemente sólo mediante el símbolo.
De esta manera, el alquimista no sólo estaba en relación con el inconsciente, sino además en una relación inmediata con la materia, que el esperaba poder transformar mediante la imaginación.

La expresión ASTRUM es un término de Paracelso, que en este caso significa aproximadamente quinta esencia. Cada uno de los cuatro elementos tiene su importancia en los estudios alquímicos, pero su armonización y total integración solamente es posible con la actuación del quinto elemento. Al quinto elemento le llamaban, éter, amor y también, imaginación.

La imaginación es la quinta esencia.

Christian Schloe
Para los alquimistas, el alma es evidentemente un anima corporalis que mora en la sangre. Correspondería, pues, al inconsciente, entendiendo como tal ese hecho psíquico que realiza el papel de mediador entre la consciencia y las funciones fisiológicas del cuerpo.
“Si lo quiere, el alma posee la máxima potestad sobre el cuerpo”.
Jung en sus trabajos clínicos, no solo ampliaba e interpretaba los símbolos, sino le gustaba más estimular la vivencia simbólica. Para eso, pedía a sus pacientes que pintasen las imágenes para mejor experimentarlas.
En este proceso el Ego dialoga con el inconsciente para mejor comprender e integrar los significados de los símbolos. El diálogo adquiere vida, empieza a transcurrir como en una película y mientras los personajes actúan, respuestas empiezan a surgir como si fuera magia.

Decir que Jung “descubrió” este método es como ignorar la historia de la Alquimia y de la Magia. Lo que sí hizo fue desarrollar y actualizar los estudios de la Imaginación y su poder de transformación y luego implantarla en los medios académicos. Intuitivamente el actuaba como los antiguos magos, es decir, buscaba maneras de dialogar con su propio inconsciente, en momentos que este le estaba hablando de manera más potente.

El se auto-aplicó la técnica mientras la denominó Imaginación Activa.
La fue perfeccionando hasta el final de su vida y abrió nuevas puertas para el pensamiento mágico en el mundo de la ciencia.
La imaginación activa de Jung es más bien una re-lectura actualizada de los antiguos rituales mágicos presentes en la Alquimia y en las culturas ancestrales como la egipcia y la céltica. El trajo al mundo científico y académico europeo el conocimiento antiguo del poder mental y su capacidad de curación y modificación de la realidad.

En los tiempos más antiguos, cuando la Astrología florecía como sabiduría cosmogónica y el racionalismo cartesiano todavía no había asesinado la “Alma del Mundo”, la conexión sagrada con el universo, los rituales se basaban en la simbolización por la imaginación exactamente en momentos propicios para ellos, de acuerdo con el movimiento de los astros y su tiempo.



Cada mentalización, proclamación y materialización de deseos obedecía a la disposición planetaria adecuada para que el rito fuera completo. El Kairós (momento exacto, tiempo de dios) era entonces la condición sine qua non del trabajo.
Estábamos en una perfecta simbiosis entre materia y espíritu mientras que todo era mágico. En esa época, todavía no había psicología, había Magia.
La palabra magia proviene del persa antiguo, donde denominaba el arte del prestidigitador. La magia presupone la existencia de fuerzas ocultas en la naturaleza que el mago o el iniciado pueden llegar a conocer y utilizar, ya que en el que todo se interrelaciona.

“Aquel que es capaz de controlar la fuerza que fluye por lo Grande y lo Pequeño es, en consecuencia, un mago”.

¿Y qué es lo “grande” y lo “pequeño” sino la metáfora del Yo y el Inconsciente?
La antigua doctrina de la dualidad “microcosmos x macrocosmos” , fundamento de todas las teorías sobre los efectos de la magia, parte de la idea de que entre las más grandes y las más pequeñas piezas que componen el universo y el hombre existe una relación de correspondencia. A ello se refiere Hermes Trimegisto en su conocida sentencia “Lo de arriba es como lo de abajo y lo de abajo es como lo de arriba”.

Jung como grande estudioso de la antigua alquimia y principalmente de Paracelso conocía muy bien los estudios de este sabio que tanto contribuyó al desarrollo de la doctrina del microcosmos:

“Debido a que todo se interrelaciona, el medico ha de ser, según esa enseñanza, a un tiempo astrólogo, teólogo y alquimista”.

Sabe se que en la magia, la visualización juega un papel primordial. Sin ella el trabajo no es posible. La visualización es una técnica psicológica por medio de la cual se graban imágenes mentales en la consciencia para permitir su posterior recuperación. Todo mago, como condición fundamental para ejercer su oficio, ha de poseer la facultad de reproducir imágenes mentales lo mas expresivas y precisas posible. Incluso, el término talismán, de procedencia turca: talis o talismon, se puede traducir por “imagen milagrosa”.

Según la doctrina mágica, el mago es capaz de intervenir en los sucesos del mundo real por medio de las visualizaciones, ya que la materia es sensible al poder de la mente.
Al desarrollar esta sabiduría Jung fue más allá del código de leyes y rituales dogmáticos de algunas sectas, que creían en un control de las fuerzas ocultas y añadió el factor moderno y contemporáneo de la libertad de expresión, diciendo que el proceso puede tener lugar espontáneamente, por medio del arte, del “soñar con los ojos despiertos” y no solamente ser inducido por las técnicas rituales.

De esta manera, los contenidos del inconsciente pueden irrumpir en la conciencia libremente y solo entonces empieza el trabajo de comprender la fantasía activa y de direccionarla hacia el mundo material.
Los antiguos sabían que en este proceso de auto descubrimiento, las ceremonias iniciáticas y los rituales mágicos cumplían la función de trasladar a la consciencia contenidos del subconsciente con los que generar poderosas imágenes capaces de surtir efectos reales. La idea de que los símbolos y rituales encierran profundas verdades es una doctrina central de cualquier sociedad secreta.
Jung entonces, propuso plasmar los símbolos no solo ritualisticamente, sino artisticamente, en plan terapéutico, dibujándolos, esculpiendolos, bailando, escribiendo...

Sabemos que las imágenes no derivan de nuestro ordenado intelecto sino más bien a pesar de él, ya que se nos presentan de una manera lúdica, carente de lógica. La Psicología Analítica es la explicación de esta realidad, la realidad del inconsciente. Es por ello que el proceso de individuación no se expresa por conceptos que atañen a la consciencia, sino por símbolos, que abarcan tanto la consciencia como el inconsciente. En sus propias palabras:

“En la psicología junguiana no hay método, hay imagen”.



A través de la Imaginación Activa nos conducimos hacia la “tierra intermedia”, hacia el espacio visionario, donde nos unimos a las leyes planetarias con las leyes de nuestra psique individual y así podremos comprender y incluso cambiar nuestro destino.
La Alquimia sostiene que el alma humana es capaz de intervenir en los procesos de la materia mientras que la Astrología nos enseña los momentos propicios para los rituales (el momento Kairotico) y los arquetipos más presentes en nuestra psicología. De esa manera, tenemos todos los “instrumentos mágicos” para transformar nuestra realidad de acuerdo con los deseos más profundos de nuestro ser.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que cuando uno se aproxima de este misterioso reino de las imágenes interiores la hubrys tiene una tendencia a manifestarse. Este encuentro con las imágenes interiores es acompañado por el sufrimiento, ya que desafía y hiere el ego, obligando a la persona a repensar muchas cosas.
Por eso, Jung decía que si no hubiese una participación de la consciencia, un compromiso con las imágenes que se asoman, el Yo no podría diferenciarse.
Al producir estas imágenes estamos traduciendo un contenido invisible, es decir, los complejos personales están encontrando expresión por medio de los símbolos. Este acercamiento a los arquetipos puede generar sentimientos diversos y requiere valor y compromiso.

Si el contenido expreso representa una amenaza, algún tipo de monstruo interno, hay que “luchar” con el, hay que creer en la victoria y tener fe, para que uno transforme el vilano en amigo. Así el Yo se refuerza y adquiere más auto-confianza.

C. G. Jung decía que todos los acontecimientos mágicos, milagrosos y parapsicológicos tienen un factor común que es la actitud de esperanzada expectación por parte de los participantes. Lo que también es actuar de manera consciente en la Imaginación Activa. También llamaba de “Arquetipo del efecto mágico” los fenómenos “milagrosos” provenientes de este método.

En términos psicológicos, la experiencia mística, el “milagro”, es la conquista de un estado de desapego y de seguridad interior, logrando una nueva armonía con si mismo y con sus tareas en el mundo.
Y quien sabe así, el sentido y el significado se revelen, en la hora H, en el tiempo kairótico, como una bendición, una gracia.
 
MAKTUB!
Alex Grey
 “Nuestra psique está formada en armonía con la estructura del universo y lo que sucede en el macrocosmos y sucede igualmente en los rincones infinitesimales y más subjetivos de la psique”.

Jung

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